Aduana Vella

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Descripción

Aduana Vella

La Aduana Vella de Ribadeo, situada en el puerto de la localidad, es un singular edificio del siglo XVIII que destaca tanto por su historia como por su impresionante arquitectura barroca borbónica. Su fachada, adornada con el escudo de armas de don Carlos Acevedo Pardo, refleja su origen como una vivienda señorial antes de ser reconvertida en aduana. Este cambio está directamente relacionado con el desarrollo del comercio marítimo en Ribadeo, un puerto que jugó un papel clave en la economía de la región desde el siglo XVI.

Un puerto con gran importancia comercial

Durante los siglos XVII y XVIII, Ribadeo se consolidó como uno de los puertos más importantes del norte de España, especialmente en lo que respecta al comercio con el Báltico. La eliminación de los aranceles a la importación de linos en el siglo XVIII permitió que Ribadeo se convirtiera en el principal puerto de entrada de este bien en Galicia. Además, las mercancías que llegaban eran variadas: aceite, vino, sal y otros productos de cabotaje eran habituales. A lo largo del siglo XIX, la Aduana Vella también desempeñó un papel esencial en el comercio con América, siendo una de las más relevantes en términos de recaudación de Galicia.

El edificio y su entorno

El edificio de la Aduana Vella se encuentra en el puerto deportivo de Porcillán, en el casco histórico de Ribadeo. Además de su interés histórico y arquitectónico, la ubicación es ideal para quienes deseen explorar el casco antiguo de la localidad, una de las más bellas de la costa de Lugo. Este lugar, al ser parte del Camino del Norte de Santiago, atrae a miles de peregrinos cada año, lo que convierte a la Aduana Vella en un punto de interés no solo para los amantes de la historia y la arquitectura, sino también para aquellos que recorren este antiguo camino de peregrinación.

Ribadeo, con su rica historia vinculada al comercio marítimo y su patrimonio arquitectónico, ofrece al visitante una experiencia única que combina tradición, cultura y belleza natural. La Aduana Vella, como testigo de su esplendor comercial, sigue siendo uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.